Durante los últimos tiempos venimos
escuchando sistemáticamente el concepto deflación
en cualquier ámbito de la actualidad económica. La masiva intervención de los
bancos centrales en la economía no ha conseguido su tan aclamado objetivo de
llevar el nivel de precios a ese
anhelado 2%. Muchos se preguntarán, ¿por qué esa obsesión del 2%?, pues
vamos a poner un poco de sentido común e intentemos descifrar lo que hay
detrás.
Todos sabemos que la inflación es un aumento generalizado de
los precios de bienes y servicios dentro de una cesta de los mismos ponderados
por su importancia relativa en el gasto de una familia media. La deflación, es el fenómeno opuesto, es
decir, bajada generalizada de los precios durante al menos dos trimestres según
el FMI. No lo confundamos con el término desinflación
que se trata de una desaceleración de los precios, es decir, los precios siguen
creciendo pero a una velocidad menor.