En los últimos tiempos la incertidumbre ha pasado
a tomar un papel protagonista en los mercados financieros y es que como
afirmaban algunos líderes mundiales en el foro de Davos de este año, jamás en
la economía mundial ha habido tantos puntos abiertos sin resolver. Uno de ellos
es el Brexit, término derivado de la fusión de dos palabras inglesas “British
exit” y que empleamos al referirnos a la posible salida del Reino Unido de la
UE. Un hecho que me parece muy importante para los que estamos en los mercados
y que podría ser histórico. Por ello he considerado oportuno tratar de hacer un
pequeño análisis sobre lo que supone para los mercados y la economía ante el
evento cuya celebración se producirá el 23 de Junio y tener una visión clara de lo que supone para los mercados en particular y la economía en general.
Ya hablamos anteriormente que la incertidumbre es
la mayor consecuencia del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE,
una votación que podría tener un efecto muy sustancial en la economía real.
Aunque las encuestas no siempre aciertan (recordemos las elecciones generales
del año pasado en el Reino Unido), las casas de apuestas siguen considerando
que la permanencia es el resultado más probable del referéndum, eso sí, con un estrecho margen. El impacto a
corto-medio plazo de la salida de la UE sería negativo. La inversión y los
intercambios comerciales se frenarían en respuesta a las negociaciones
políticas entre el Reino Unido y la UE. Este proceso podría llevar años y
crear distracciones indeseables en la gestión cotidiana de las empresas y las
instituciones públicas. La campaña a favor de la salida de la UE tendrá que
luchar contra el rechazo innato de las personas contra los resultados inciertos
y, en este caso, el potente miedo a unas menores perspectivas de empleo y un
deterioro de la actividad están pesando en la sociedad británica.
Varios focos de preocupación se ciñen sobre este referéndum.
Bajo mi punto de vista los más relevantes tendrían una doble vertiente, por un
lado económica como podrían ser el debilitamiento de la libra (más teniendo en
cuenta su financiación externa con su doble déficit), los flujos de salida del
Reino Unido de la inversión extranjera directa y la puesta en riesgo de Londres
como centro financiero hegemónico en Europa. Desde el espectro político crearía
un peligroso precedente en el abandono de la unión Europea y podría situar en
una posición más débil el status quo Europeo en el escenario mundial.
Probablemente el mayor impacto se sentiría en el
mercado de divisas y de hecho ya se está produciendo. La libra ha caído hasta
su nivel más bajo frente al dólar desde la crisis financiera y si se produce el
“Brexit”, cabe esperar que el cruce GBP-USD caiga con firmeza por debajo del
nivel de 1,40 dólares que ha mantenido durante más de 30 años. Esto aumentaría
el atractivo de las empresas con ingresos no denominados en libras. A medida
que el poder adquisitivo de la libra descienda en los mercados internacionales,
podría tener que revisarse la visión de consenso actual que apunta a que la
inflación y los tipos de interés del Reino Unido se mantendrán en los bajos
niveles actuales en un futuro previsible. En este escenario, las agencias de
calificación pondrían al Reino Unido en revisión con vistas a una posible
rebaja de su nota crediticia.
En caso de que el país abandone la UE, habría
fuerzas opuestas que determinarían las perspectivas del mercado a corto y medio
plazo. Los inversores deberían tener en cuenta que el 67% de los ingresos de
las empresas cotizadas se generan en monedas distintas de la libra. Estos
ingresos se beneficiarían de una depreciación sustancial de la libra al
trasladarlos al Reino Unido y, a su vez, podrían traer consigo revisiones al
alza de los beneficios en las empresas que los generan. Por otro lado, los
índices de pequeña capitalización, que albergan una mayor proporción de
empresas con una exposición elevada a la libra en sus beneficios, tendrían un
comportamiento bastante más negativo.
Muchas empresas cotizadas británicas se verán
escasamente afectadas por el “Brexit”, mientras que otras se verán muy
perjudicadas. Como siempre, el análisis pormenorizado de los fundamentales de
las empresas y los sectores es la única forma que tienen los inversores de
formarse una visión bien fundamentada sobre cómo la valoración de una acción
debería reflejar un descuento por este tipo de riesgo.
Tratando de ir al grano en el impacto para los
inversores, la libra es la variable más importante que determinaría la
envergadura de la onda expansiva que sufriría el sistema. Si la caída del
valor de la libra fuera limitada el impacto directo sobre la inflación sería
más manejable y no daría lugar a un cambio en la política del banco central.
En este supuesto, dice, lo más importante serían los efectos a largo plazo,
especialmente las consecuencias negativas para las acciones británicas
(disminución del crecimiento), y las positivas para los bonos (menor
crecimiento conlleva mayor demanda de inversiones seguras).
Pero si los
mercados de divisas sufrieran una corrección más pronunciada, las tensiones
en el mercado se intensificarían, incorporando así a la ecuación el
componente de la inflación. Los tipos a corto tendrían quizás que subir,
mientras que las perspectivas para los bonos serían más inciertas (incremento
de la inflación, disminución del crecimiento) y los diferenciales crediticios
se ampliarían.
La evolución de los mercados
británicos daría lugar a un desarrollo similar fuera del país, aunque de
menor envergadura cuanto más lejos del Reino Unido. La volatilidad de los
mercados, indudablemente, daría lugar una vez más a especulaciones sobre la
estabilidad del sector financiero europeo, que no pasa por su mejor momento. Existe una notable incertidumbre
sobre si el sistema financiero podría desagruparse de forma ordenada y, en caso
de que así fuera, de qué modo. A pesar de que los intereses de los bonos se
sitúan bajo mínimos, la renta fija se vería probablemente beneficiada de
nuevo por la huida hacia la seguridad, aunque posiblemente los diferenciales
crediticios se incrementarían.
En definitiva, como en cualquier situación de mercado la incertidumbre
genera grandes oportunidades si sabemos gestionar los riesgos sobre los que estamos
hablamos. Mi percepción es que los ciudadanos británicos son cada
vez más conscientes de lo mucho que se juegan y que el hecho de irse de la
unión les causaría severas consecuencias al menos en el corto y medio plazo. Dados a
jugarme un café con ustedes, mi intuición me dice que nuestros amigos
británicos seguirán siendo Europeos, con lo que gran parte de las hipótesis planteadas se suavizarian sobremanera. Veremos lo que sucede el próximo día 23
cuando las urnas ofrezcan su veredicto definitivo.
Javier Flórez
@FlorezJav