Durante los últimos tiempos venimos
escuchando sistemáticamente el concepto deflación
en cualquier ámbito de la actualidad económica. La masiva intervención de los
bancos centrales en la economía no ha conseguido su tan aclamado objetivo de
llevar el nivel de precios a ese
anhelado 2%. Muchos se preguntarán, ¿por qué esa obsesión del 2%?, pues
vamos a poner un poco de sentido común e intentemos descifrar lo que hay
detrás.
Todos sabemos que la inflación es un aumento generalizado de
los precios de bienes y servicios dentro de una cesta de los mismos ponderados
por su importancia relativa en el gasto de una familia media. La deflación, es el fenómeno opuesto, es
decir, bajada generalizada de los precios durante al menos dos trimestres según
el FMI. No lo confundamos con el término desinflación
que se trata de una desaceleración de los precios, es decir, los precios siguen
creciendo pero a una velocidad menor.
Vayamos directamente al término
que queremos tratar: la deflación. Esta se puede producir de dos maneras
- Oferta: un incremento de la misma debido a mejoras en la productividad, mayor competencia en el mercado de bienes y servicios y/o descenso en los precios tanto del factor trabajo como otros inputs intermedios como el petróleo.
- Demanda: Se produce por una caída de la demanda que causaría una caída en los precios, beneficios empresariales, menor inversión productiva y por ende menores ingresos.
Después de situarnos, nos hacemos
la pregunta que da título a este post, ¿es la deflación tan mala como dicen?
Si esta se debe a una caída de precios donde por un incremento de oferta se produce un incremento de la producción, podríamos deducir que es deflación de la buena, una situación que se produce en España y Reino Unido y en menor medida en Estados Unidos. Como se puede ver en los gráficos de Bloomberg, las ventas al por menor (línea amarilla) crecen con caídas moderada de precios (línea blanca).
Si esta se debe a una caída de precios donde por un incremento de oferta se produce un incremento de la producción, podríamos deducir que es deflación de la buena, una situación que se produce en España y Reino Unido y en menor medida en Estados Unidos. Como se puede ver en los gráficos de Bloomberg, las ventas al por menor (línea amarilla) crecen con caídas moderada de precios (línea blanca).
Reino Unido
Fuente:Bloomberg
España
Fuente:Bloomberg
La deflación en su acepción más negativa sería aquella que surge de la caída de la demanda llevando
una caída de los precios y la producción.
Según un interesante estudio del BIS sobre el impacto de la deflación en la
economía, la deflación negativa solamente se ha producido en el periodo
posterior a la gran depresión del 29. El estudio considera este hecho como un
outlier dentro de su muestra de datos y fundamenta que asociemos el concepto
deflación negativamente a este hecho. El
estudio muestra con la excepción de este acontecimiento, no existe correlación
entre deflación y contracción económica.
De este modo, debemos de
desterrar el concepto de que la deflación es negativa y deberíamos de ahondar
en las causas que la generan, por lo visto en el estudio se puede crecer en un
entorno de caída de precios. Entonces, ¿por qué los bancos centrales insisten
en su objetivo de inflación del 2%?
En este sentido, otra de las
interesantes conclusiones del estudio,
nos dice que la caída en el precio de
los activos (digamos bolsa y bonos, ya que distingue entre estos y el precio de
la vivienda) es la antesala de un menor crecimiento. Ahí tenemos una pista
de porque el BCE se afana sobremanera en buscar ese mágico 2%, o el mismo Banco
de Japón continúa con los estímulos monetarios, para crecer por debajo del 1%
en 2015 (0,8% estimación del FMI).
Si nos centramos en el largo
plazo el componente de la pirámide demográfica jugará un papel importante en el
futuro sobre la formación de precios y no precisamente con deflación de la
buena. Japón es un claro ejemplo de ello
pero no entraremos en ello en este post.
Centrándonos en el medio plazo,
la deflación es positiva siempre y cuando pueda convivir
con un crecimiento de la economía, es decir, optimizando recursos desde el lado
de la oferta. Al inicio del post hablamos del famoso 2% de inflación
objetivo, la evidencia demuestra que esa cifra ha sido aceptada por el consenso
como algo orientativo sin ningún fundamento empírico. El mundo ideal sería una
inflación de 0% o quizás tasas moderadamente negativas, ¿Quizás deberíamos
aceptar un rango entre -2%/2%? El estudio del BIS así lo refleja.
En definitiva, la deflación sería positiva en el entorno actual siempre
y cuando el resto de variables se mantenga constante (tasa de paro, renta
disponible, endeudamiento, etc...). Del mismo modo, nos permitiría mantener
nuestro poder adquisitivo tanto desde el punto de vista del ahorro como del
consumo, algo nada despreciable en un entorno de bajos tipos y moderación
salarial.
Javier Flórez
Twitter:@FlorezJav
Javier Flórez
Twitter:@FlorezJav