En mi año de máster en finanzas en AFI, recuerdo
que el gran Emilio Ontiveros nos daba clases magistrales de economía global y
tenía unos actores principales que siempre me fascinaban, los llamados fondos
soberanos, de hecho, mi proyecto fin de máster fue un estudio pormenorizado de
los citados fondos ( Lo puedes ver en mi página personal de Linkedln)
Hace una década, los fondos soberanos de Medio
Oriente y el norte de África (MONA) revolucionaron la escena financiera
internacional. Fondos como la Autoridad de Inversión de Qatar ocupaban los
titulares de los diarios con sus compras masivas de activos (entre ellos
títulos bursátiles, empresas privadas e inmuebles) sobre todo en Europa y
Norteamérica. Pero el mundo financiero cambió, y los fondos debían cambiar con
él.
En los últimos veinte años, los enormes ingresos
por la venta de hidrocarburos permitieron a los fondos de Medio Oriente crecer, y se creó una variedad de acepciones para categorizarlos,
como “fondos de estabilización”, “fondos para las generaciones futuras” y
“fondos de inversión”. Pero la mayoría de los inversores soberanos (que también
incluyen cuantiosos fondos de pensiones y seguridad social, como la
Organización General para el Seguro Social y las Pensiones Públicas de Arabia
Saudita) desafían toda categorización estricta.
Pocos fondos soberanos de Medio Oriente invierten exclusivamente
en activos financieros. Como muchos de ellos ya tenían una participación en
empresas estatales antes de convertirse en inversores financieros, sus carteras
tienden a ser variadas, y a menudo incluyen esas mismas empresas estatales, así
como inmuebles y acciones en empresas que cotizan o no en Bolsa. También poseen
cada vez más activos en las economías desarrolladas, una realidad que generó
inquietud en Europa y Estados Unidos.
Para calmar el temor a posibles
consecuencias políticas de los fondos soberanos, en 2008 el Fondo Monetario
Internacional reunió a 26 de ellos (de los que más del 30% pertenecían a Medio
Oriente) para elaborar los Principios de
Santiago. El objetivo era promover una gestión transparente y
racional de los fondos soberanos, asegurar su correcta valoración del riesgo de
inversión y ayudar a mantener la estabilidad financiera global.
Pero desde entonces la situación
cambió considerablemente. Tras la crisis financiera global de 2008, el capital
inversor se volvió mucho más escaso, y del intento de asegurar la transparencia
y responsabilidad de los fondos soberanos se pasó a la competencia por su
capital. En vez de ser fuente de preocupación, los fondos soberanos ahora
reciben incentivos fiscales pensados para alentarlos a invertir en Europa.
Pero al mismo tiempo, los fondos
soberanos de Medio Oriente enfrentan nuevas restricciones a su poder
adquisitivo internacional derivadas del abaratamiento de los hidrocarburos, que
ocasionó medidas de austeridad fiscal en los países de origen. Los gobiernos de
la región abandonaron mayormente sus intentos de dividir las carteras de los
fondos soberanos en compartimentos separados según sus diversos objetivos de
inversión y otras consideraciones políticas más amplias.
El anuncio en junio de 2016 de una fusión entre
la International Petroleum Investment Company y la Mubadala Development Company
(entidades ambas de Abu Dhabi con objetivos y estrategias muy diferentes) fue
precursor de otro cambio. Ahora la tendencia es a la consolidación de activos
soberanos. Por ejemplo, se prevé que el Fondo de Inversión Pública de Arabia
Saudita se convierta en un vehículo de inversión de casi dos billones de
dólares, con una cartera que incluirá empresas estatales e inversiones
financieras.
Incluso antes de esto, los fondos
soberanos en la región MONA ya poseían importantes activos en bolsas locales y
del extranjero. Según un análisis reciente del centro de consultoría e
investigación Govern, el Estado es un importante accionista en 89 de las
cien empresas más grandes de la región que cotizan en Bolsa, y en 34 es el
accionista mayoritario. Los inversores soberanos, entre ellos los fondos, son
los mayores inversores institucionales en la mayoría de las bolsas árabes, y
poseen más del 40% del total de capitalización de mercado de la región. Un dato interesantes cuando podemos tener en el radar empresas de estas zonas geográficas.
Durante la consolidación de activos,
es probable que los fondos soberanos apunten a las bolsas locales. Después de
todo, cualquier futura venta de activos estatales se realizará a través de
mercados públicos de títulos, ya que las autoridades regionales quieren
desarrollar los mercados de capitales locales y mejorar la transparencia de los
procesos de privatización. En tiempos de crisis, los fondos soberanos también
podrían usarse para inyectar activos en los mercados locales a fin de restaurar
su estabilidad. Es interesante señalar que el mandato del fondo soberano turco
incluye fortalecer el mercado de capitales local.
Ya es hora de analizar más
detenidamente el impacto de los fondos soberanos sobre la gestión y el
desempeño de las empresas. Es una cuestión de la que no se ocuparon en detalle
los Principios de Santiago, más centrados en la transparencia de los fondos
soberanos, ni las autoridades reguladoras de los mercados de capitales
regionales, que se concentraron en elaborar reglas y normas para las empresas
que cotizan en Bolsa, no para los inversores que pudieran llegar a poseerlas.
Los fondos soberanos de Medio
Oriente suelen participar muy activamente en las empresas total o parcialmente
estatales de las que son dueños, y a veces incluso puentean a las juntas
directivas para controlarlas directamente en aras de lograr un proceso de toma
de decisiones más eficiente. Pero no están usando su influencia para mejorar la
gobernanza o la sostenibilidad en otros ámbitos. No se muestran activos en
relación con sus inversiones financieras, y muchos ni siquiera ejercitan su
derecho de voto como accionistas. Esto contrasta marcadamente con la actitud de
homólogos internacionales, como el Norges Bank noruego, que estos últimos años
han combatido la mala administración de las empresas y cancelado inversiones en
industrias contaminantes como la del carbón, aquí estamos hablando del mayor fondo soberano del mundo respecto a activos bajo gestión.
La renuencia de los fondos soberanos
de Medio Oriente y el norte de África a participar en la gestión de las
empresas extranjeras incluidas en sus carteras puede ser herencia del “proteccionismo
financiero” de tiempos de los Principios de Santiago. Pero en el mundo actual,
los inversores deben cambiar de actitud y participar más activamente en las
empresas tanto locales como extranjeras en las que invierten. De lo contrario,
se exponen a importantes riesgos de pérdidas financieras y de reputación (como le
sucedió a la Autoridad de Inversión de Qatar en 2015 con el escándalo de las
emisiones de Volkswagen). La importancia del involucramiento también queda de
manifiesto por las condiciones de adquisiciones recientes, como la compra de
una participación en Uber por parte del Fondo de Inversión Pública saudita, que
le da derecho a nombrar un miembro de la junta en representación de sus
intereses.
La responsabilidad más urgente de los fondos soberanos de Medio
Oriente es en relación con las empresas locales, especialmente porque la
mayoría de los otros inversores institucionales en estos mercados tampoco
participan mucho en la gobernanza corporativa. Por estar entre los mayores
accionistas de la región, es preciso alentar a los fondos soberanos para que
asuman una mayor responsabilidad por sus inversiones. De hecho, sólo podrán
salvaguardar el patrimonio de las generaciones futuras (y así cumplir la misión
para la que se los creó) mientras tengan una participación significativa en la
gobernanza corporativa.
Javier Flórez
@FlorezJav