El post de hoy está basado en uno de los libros indispensables escrito por uno de los mejores discípulos de Warren Buffet, su nombre es Pat Dorsey, director de Dorsey asset management y anteriormente analista en Morningstar que cuenta hoy en día con más de 80 millones de dólares bajo gestión. Os suena, "El pequeño libro que genera riqueza", pues ese es el título del libro que aunque se asemeje en mayor medida a un título de Disney, es una joya para aquellos que quieran aprender sobre la filosofía value. A lo largo de este post nos enfocaremos en una serie de preguntas que el autor pide que nos hagamos a nosotros mismos antes de invertir en cualquier tipo de compañía.
La verdad, que el bueno de Pat tira de sentido común y propone estas preguntas como filtros previos a entrar más en detalle en el estudio de una acción, no puedo estar más de acuerdo. Empecemos con esos supuestos que debemos tener en cuenta para asignar bien el capital.
Una primera aproximación podría ser preguntas como: ¿Cual ha sido su evolución bursátil los últimos años? ¿y su resultado?,¿presenta sus cuentas a los organismos reguladores correspondientes?, ¿Quién audita sus cuentas?, ¿entiendo el modelo de negocio?. Si alguna de ellas no las tenemos claras podemos poner el cartel de warning. Aquí básicamente nos estamos refiriendo a aspectos más cualitativos. Vamos a pensar para intentar ganar dinero.
Beneficios:
¿ha tenido alguna vez beneficios? Parece una pregunta absurda. Lo sé. Pero
puede ahorrarnos muchos sustos y son acciones que pueden tirar por los suelos la
rentabilidad de nuestra cartera. Me refiero principalmente de empresas
tecnológicas, farmacéuticas y biotecnológicas que prometen en el oro y el moro pero los beneficios no llegan nunca. ¿Una
nueva patente que promete la cura del cáncer? ¿Un coche eléctrico que va a
jubilar al actual de gasolina?
Todo puede ser. Desde luego. Pero cuidado. Un ejemplo de este tipo de empresas es Tesla. No dudo del potencial de la compañía y de la buena proyección que tienen los coches
eléctricos de Tesla y más teniendo en cuenta la demanda que están teniendo sus nuevos modelos y la tendencia del sector. Sin embargo, todavía no han obtenido
beneficios. Para invertir en una empresa
así tengo que conocerla muy muy bien y he de estar bien seguro de la razón por
la que todavía el resultado no ha sido positivo.
En el mundo de las
startups, grandes y prometedoras empresas tecnológicas o farmacéuticos y
biotecnológicas, es mucho más común ver quebrar a una empresa, que verla
crecer y multiplicar su valor. Es cierto que en estas empresas
están lo que denominaba el gran Peter Lynch las 10,20 o 100 baggers,
pero hay que estudiarlas bien y saber cómo obtienen o cómo van a obtener su
beneficio.
Otro
aspecto importante a tener en cuenta
está basado en el crecimiento
constante en sus beneficios. A veces exponencial, pero cada año crecen. Otras
compañías con muy buena proyección tienen unas fluctuaciones enormes en sus
beneficios. Un año rompen récord y al siguiente tienen pérdidas.Esto no tiene
porque ser definitivo a la hora de desechar una empresa, pero sí que nos tiene
que dar un aviso. Si pertenece a un sector de alto riesgo, como el
farmacéutico, una vez más, hay que averiguar a qué se debe la enorme
fluctuación que hay en sus beneficios.
Personalmente
prefiero descartarlas y centrarme en empresas que son constantes en el
crecimiento de sus beneficios y de su flujo libre de caja.
Márgenes: Los márgenes operativos en
la empresa también son un dato importante. En muchas ocasiones, si la empresa ha sido capaz de mantenerlos
constantes e incluso crecientes a lo largo de los años representan una
fuerte ventaja competitiva. Márgenes por encima del 30% durante varios
años son una muy buena señal. Márgenes reducidos y oscilantes, en cambio,
nos deben dar a entender que la empresa es muy vulnerable y su producto no
parece ser lo suficientemente rentable.
ROE
(Return on equity): es un ratio que siempre
hay que valorar. Un indicio de que la
compañía es capaz de ser mínimamente rentable es ver la evolución de este ratio
a lo largo de varios ejercicios. A ser posible que abarque un ciclo
económico entre siete y diez años si podemos disponer de los datos históricos.
Pero no basta con generar un ROE positivo, dicho ROE
debería de estar por encima del 10% para empezarnos a plantear si la
empresa es rentable o no. No hay que
olvidar lo apalancada que está la compañía. Una empresa que genera un 17%
de ROE con unos niveles de apalancamiento mínimos es sinónimo de más calidad
que una que lo consigue con un nivel de apalancamiento más elevado.
También hay
que tener en cuenta si la empresa es cíclica o no. En el caso de que sea una empresa en un sector
cíclico, puede tener años en los que su ROE sea mucho más bajo e incluso
negativo. Por lo que hay que valorar este ratio todavía a más largo plazo.
Flujo libre de caja: ahí se ve muchas veces
dónde está la pasta y si la empresa es capaz de generarla. El beneficio es
mucho más manipulable. Una empresa a la
que le cuesta generar flujo de caja libre tiene que ser analizada muy al
detalle. Por muy bien que pinte y muy prometedora que sea su trayectoria.
En caso de que tuviera algún ejercicio con flujo libre
de caja negativo, conviene ir a las cuentas anuales de ese año y averiguar qué
ha podido pasar.
Que la
empresa no sea capaz de generar de forma constante free cash flow debe
ser una señal de alerta muy importante.
Balance: Las
empresas tremendamente endeudas no me gustan. Los costes financieros y el riesgo en caso de que tengan un descenso en
sus beneficios es demasiado alto.
Es algo a tener muy en cuenta. No hace falta que
acumule cantidades enormes de caja. Una empresa
que deja en su balance una cantidad gigante de caja es que no está sabiendo
reinvertir o recompensar a sus accionistas. Sin embargo, sí que me gusta que su nivel de deuda sea bajo y
sobretodo que puedan cumplir holgadamente con la caja la deuda a corto plazo.
Número de acciones: Puede que la empresa haya
estado emitiendo nuevas acciones para adquirir otras empresas o para
recompensar a sus empleados y/o directivos. Esto también debe ser una
banderilla roja para nosotros.
La mayoría
de adquisiciones fracasan. Es difícil
dar con una que tenga éxito. Por otro lado, si la empresa está recompensando a sus empleados o directivos en exceso
habría que averiguar a que se debe. Pero es probable que sea una política
de retribución excesiva y por lo tanto, poco adecuada. No nos interesa.
En cambio, empresas
que son capaces de recomprar acciones periódicamente pueden ser interesantes
para el accionista a largo plazo. Estas empresas están devolviendo a los
accionistas su dinero, algo que es bueno por parte de sus directivos. En cualquier caso, hay que vigilar que las
recompras de acciones no sean masivas, sobre todo cuando el precio de la acción
está sobrevalorado.
En definitiva ya hemos vistos
filtros no muy complicados que nos pueden ayudar bastante en la selección de
grandes negocios. Personalmente creo que es una muy buena forma de empezar para
descartar empresas de poca calidad e incluso algún que otro fraude. Empresas
como Pescanova, Abengoa o Gowex no hubieran pasado estos pequeños filtros. Ser
estrictos con ello puede ahorrarnos muchos sustos.
Javier Flórez
@FlorezJav