El post de hoy podría dar prácticamente para escribir una tesis
doctoral sobre ello pero trataremos de plasmar de la manera más clara y concisa
los puntos de encuentro entre una filosofía de inversión en
valor y la visión de la economía desde el punto de vista de la escuela
austriaca. Al menos en España, las grandes gestoras value son totalmente afines
al punto de vista de la escuela austriaca en lo que al funcionamiento de la economía se refiere. Pese a
los numerosas compatibilidades, también existen desavenencias entre ambas
escuelas, ni Benjamin Graham ni Warren Buffett, los padres del value investing,han
sido demasiado amigos de una economía muy liberalizada y muchos austriacos ven
con desconfianza uno de los conceptos centrales del value investing como es el valor intrínseco. Al fin y al cabo, ni es
necesario poseer un profundo conocimiento de la teoría austriaca para ser un
muy buen gestor value value investor (Buffett
es la prueba) ni tampoco es imprescindible ser un erudito en el value investing para
ser un buen economista austriaco.
Para comenzar, todos los que seguimos los mercados y la economía estamos constantemente hablando de predicciones, es una constante esa de tratar adelantarse al futuro para obtener una ventaja sobre ello. El primer nexo de unión entre la escuela austriaca y el value investing rompe con este paradigma, están totalmente alineados sobre la imposibilidad de predecir el futuro, es más, lo consideran una auténtica pérdida de tiempo.
Apelando a la lógica más aplastante al ser conocedores
de que nunca podrán prever el futuro, aspiran a identificar características,
modelos, patrones que deriven en resultados beneficiosos. El escepticismo que
implica la postura de los inversores en valor no significa despreocupación o indiferencia
sobre el futuro próximo, son conscientes
de que el entorno influye en las inversiones. Sus objetivos son más razonables
y sencillos de alcanzar. Si algunos de los bancos centrales más importantes del
mundo expanden su balance a lo bestia como así ha sido en los últimos tiempos sin
ningún tipo de respaldo, es una acción no deseable porque distorsionará el
sistema de precios y, eventualmente, provocará inflación. Pero aventurase a
profetizar si el eurodólar estará en diciembre del 2017 a 1,20 es una apuesta
que los seguidores de la escuela austriaca no están interesados en jugar. Entre
deducir consecuencias lógicas de una política monetaria, y actuar en
consecuencia, a hacer predicciones exactas sobre el comportamiento de un activo
financiero, existe una gran diferencia. Aquí no se busca un precio objetivo sino de
una horquilla de precios lo suficientemente amplía para poder estar seguros
ante posibles errores.
Los value investors comprenden que el comportamiento
humano no puede ser modelado por ningún tipo de algoritmo financiero por eso
rechazan la teoría de equilibrio o el famoso binomio rentabilidad/riesgo.
El primero de ellos porque estamos ante un mercado en
constante movimiento y la oferta y la demanda se ajusta constantemente. El
segundo paradigma aceptado en cualquier manual de economía clásica dice que a
mayor riesgo mayor rentabilidad y es cierto que se cumple la mayor parte del
tiempo pero sin embargo, la Escuela Austriaca nos enseña y los inversores en
valor lo aplican que la economía no puede explicarse por causalidades porque es
imprevisible. Tan imprevisible que son las acciones con menor riesgo aquéllas
que aportan las mayores rentabilidades. Otro de los preceptos a debate es el de
la diversificación, aquí el gran Buffet nos dice que diversificar supone no
saber dónde estás invirtiendo, para los humanos como un servidor, diversificar
nos permitir minimizar posibles errores. Si estuviera seguro de que por ejemplo
Adidas volviera a triplicar su precio como ha hecho los dos últimos años,
metería todos los huevos en la misma cesta sin dudarlo pero muy a mi pesar, no
soy Warren.
Los inversores que utilizan única y exclusivamente
datos cuantitativos o aquéllos que tan sólo basan sus decisiones en gráficos,
medias y osciladores justifican su análisis en la investigación empírica.
Afirman que la recopilación y procesamiento de datos pueden desentrañar leyes o
fórmulas matemáticas que nos ayuden a revelar el futuro. Sin embargo, el Value
Investing comparte con la economía austriaca que en el análisis de cualquier
proceso de alguna complejidad sólo cabe establecer tendencias y supuestos.
El pensamiento de la escuela austríaca se basa en la
observación humana que tiene por objeto de análisis de como las acciones individuales
afectan sobre los fenómenos económicos. Las suposiciones de la escuela
austriaca ayudan a comprender el origen de las ganancias y pérdidas
empresariales y la importancia social de la actividad de dicha empresa. Si tuviéramos
que resumir la simbiosis producida por la inversión en valor y la escuela
austriaca de economía se basaría principalmente en el impacto de la acción
humana sobre la actividad económica. Básicamente compramos un negocio humano y
es aquí condicionado por multitud de acciones y decisiones llevadas a cabo por
las propias personas donde entra en juego la teoría de la economía
austriaca y el margen de seguridad como protección frente a esa incertidumbre.
Una vez visto los preceptos más básicos en la
interrelación entre el value investing y la escuela austriaca probablemente lo más interesante sea tratar como ha ayudado a estos inversores la explicación de
los ciclos económicos de acuerdo a esta escuela de pensamiento austriaca, un debate apasionante que abordaremos en una segunda parte del post. No te lo pierdas.
Javier Flórez
@FlorezJav