10/26/2016

Una mirada a la Eurozona

Ahora que parece que vamos a tener gobierno, comienzan a rondar titulares sobre las nuevas medidas que puede tener que tomar el ejecutivo, les suena eso de la hucha de las pensiones y los recortes que desde Bruselas ya han avisado al bueno de Mariano que presumiblemente tendrá que hacer. Me gustaría echar un vistazo a la situación macro en Europa, ya que Mario avisaba la semana pasada que no nos preocupemos, que habrá medidas de estímulo para regalar, que no nos falte de nada aunque bueno, ha repetido hasta la saciedad que la política monetaria llega hasta un límite, los países deben poner el resto. ¿Cómo solucionamos esto? Creo que queda bastante patente que las medidas de austeridad mal entendida desde Europa ha causado un pírrico crecimiento y un incremento de la desigualdad.


La zona euro se asimila a una unión de Estados que, de hecho, compiten entre ellos como si fueran empresas: es una visión patente de mercado en la concepción de esta agrupación de países. Esto conduce a problemas graves, dado que:

·         Hay naciones netamente exportadoras y que generan superávits;
·         Hay otras importadoras, que necesitan financiación para cubrir estas compras.
De este modo se producen desequilibrios recurrentes en el conjunto europeo. Desequilibrios que se quieren corregir a base de supervisiones económicas, llevadas a cabo por organismos supra-nacionales. Aquí, tenemos:
1.   El control de las finanzas públicas, a partir de los equilibrios presupuestarios. La vía es clara: recorte de gastos (principalmente en los capítulos sociales), de inversiones de todo tipo; y una preocupación bastante limitada por los ingresos (con la única excepción del estímulo a la imposición indirecta).
2.   La revisión de los indicadores de deuda pública. Se ha cambiado de forma tendenciosa la secuencia, que es esta: la crisis emerge y, a raíz de ella, la deuda se dispara. Y lo hace en muchos países por las políticas de rescate bancario que se impulsan. No es la deuda la causante de la crisis, sino su consecuencia.
3.  Reformas estructurales para mejorar la competitividad; en definitiva, políticas de austeridad que sustentan sus fundamentos en dos elementos clave: el control de los salarios y la flexibilidad de los mercados de trabajo.
Ahora pasamos a las maravillosas consecuencias de la austeridad:
·      El PIB ha caído en los países de la periferia europea, más que en el total de la Eurozona. Es en este espacio geográfico donde se han aplicado las recetas más severas de la austeridad. Esta conclusión ha sido reconocida, incluso, por el propio FMI, en trabajos publicados en 2012 y 2013 sobre 170 países y para los últimos treinta años, con una conclusión contundente: entre 2008 y 2012, el PIB ha retrocedido, el desempleo ha crecido, los salarios han menguado y se ha incrementado la desigualdad.
·      El paro ha crecido en la mayoría de los países que han aplicado la política de austeridad expansiva.
·      La deuda sobre PIB ha aumentado: los recortes del gasto público provocan una reducción a su vez del PIB, de manera que el porcentaje de endeudamiento aumenta. España ha aumentado en un 30% su deuda sobre PIB desde 2011, que me explique Mariano como vamos a pagar todo esto, yo por el momento no lo veo.
·      La deflación se ha concretado, en mayor o menor dimensión, en algunos países en los que las recetas de la austeridad han sido más severas (Grecia, España y Portugal).
En relación a la eurozona, la experiencia histórica demuestra que es imposible crecer y reducir deuda aplicando austeridad y paciencia. La deuda se ha reducido siempre mediante la inflación y la reestructuración. En concreto, a partir de la Historia Económica, las formas de pagar la deuda han sido:
1.  Más inflación, hecho que reduce el valor de la deuda. El tema choca con los planteamientos del BCE, que centra sus actuaciones en alcanzar una inflación del 2 por ciento. La exigencia debería ser que, en efecto, el BCE cumpla sus cometidos, toda vez que los precios están ahora mismo por debajo de ese 2 por ciento; pero se sigue exigiendo austeridad, con lo que la deflación no se corregirá y el pago de la deuda será más difícil.
2.  Gobiernos europeos y el BCE deberían obligar a bancos, empresas y consorcios que negocian fondos de pensiones a comprar deuda pública por debajo de su valor y, a la vez, regular los movimientos de capitales para evitar su fuga. Esto ya sucede con tipos negativos. ¿Tiene algún sentido financiero recibir un retorno negativo por prestar fondos?
3.  Mayor crecimiento económico, que debería ser muy superior al alcanzado por la eurozona en los últimos años .La consecuencia de esto va a ser el aumento de los déficits públicos si se mantienen políticas de bienestar y los estabilizadores automáticos y de la deuda. Aquí sabemos mucho sobre el déficit, sobretodo de incumplirlo año tras año.
4.  Una conclusión se desprende de todos estos datos: las instituciones económicas deberían haber aprovechado la crisis para fijar unas normas globales sobre el capital, y marcar reglas claras sobre los pasivos que poseen los bancos y las entidades financieras. En tal sentido, los compromisos del presidente Obama cuando ganó las elecciones fueron claros: por un lado, garantizar que el crecimiento económico no volviera a basarse en una expansión de deuda, una burbuja de vivienda y un déficit financiado externamente; por otro, rediseñar el sistema financiero para combatir la especulación, restablecer medidas fuertes de regulación y exigir ratios mucho más drásticos de capital. Ambos aspectos siguen, todavía, sin cumplirse.
Ya lo venimos avisando que la burbuja de la deuda algún día explotará, los gobiernos deben de ser muy conscientes de los peligros que esto entraña y deberían barajar mecanismos para hacerlo frente. Una de ellas sería mutualizar parte de la deuda, toda esa deuda pasaría a un fondo europeo de redención de la deuda, financiado con la emisión de deuda con garantía de los Estados, y con contribuciones del Mecanismo de Estabilidad Europea. La segunda no cabría otra que hacer una reestructuración de la deuda a partir del BCE y que exigiría compromisos decididos de carácter político por parte de los Estados. Aquí ya surge la negligencia política y se complica la cosa. La zona Euro tiene que decidir que quiere ser de mayor, de lo contrario cada día se acercará más a un área económica fallida.



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