Todos lo quieren evitar y saben
que no es precisamente bueno, pero la gente sigue fumando. El ejemplo tiene una gran similitud con los
agentes económicos hoy en día respecto a la deuda. Los que nos seguís habitualmente sabéis bien que no nos gusta ser ni el agorero ni tan
poco ventajistas. Pero pinta cada vez
peor.
Y no lo digo por los indicadores adelantados ni de sentimiento que aunque presentan cierta desaceleración aún deberían permitir seguir siendo alcistas en los mercados bursátiles, me estoy refiriendo al impacto en la economía real.
Y no lo digo por los indicadores adelantados ni de sentimiento que aunque presentan cierta desaceleración aún deberían permitir seguir siendo alcistas en los mercados bursátiles, me estoy refiriendo al impacto en la economía real.
Si nos centramos en los mercados,
no atisbamos una señal alarmante de cambio de tendencia, si bien cierta
desaceleración. Los indicadores adelantados no cruzan a la baja el umbral 50 y en Estados Unidos, un indicador muy correlacionado con la bolsa, las peticiones de desempleo continúan cayendo después del máximo de
2009. De la misma manera, el gap que podemos ver el gráfico 2 entre el ISM manufacturero y no manufacturero se
debe principalmente a las compañías
relacionadas con las materias primas ralentizando el sector industrial.
Gráfico 1
Grafico 2
Pero después de incidir que a nivel búrsatil, al menos en
el medio plazo, no debería haber un deterioro significativo, la economía real camina hacia un abismo que
tarde o temprano tendremos qua abordar.
Los efectos
secundarios de las constantes expansiones monetarias han generado una
insostenible carga de deuda en la economía global acentuado en las economías
emergentes en las cuales se ha duplicado
desde el 2007. La suma total asciende hasta los 57 trillones de dólares, sí han leído bien trillón, acompañado de
18 ceros, lo que supone un crecimiento
anual compuesto del 5,3% debido principalmente a gobiernos y compañías no
financieras.
Fuente: Mc Kinsey Institute
Como mencionamos en el párrafo anterior, la causa
subyacente viene asociada al dinero
barato de los bancos centrales desde 2009. Esto unido a tipos de interés reales cercanos a cero,
provoca un relajamiento de las condiciones crediticias en la que consumidores
piden prestados sin pensar en las consecuencias. El entorno de deflación provocada por la drástica caída de las materias primas incentiva
todavía más la expansión monetaria, al no existir tensiones inflacionista.
Keynes afirmaba que el dinero era un link con el futuro y
lo que hemos hecho durante todos estos años, una expansión crediticia sin precedentes, solo tendría sentido si en el futuro fuéramos a ser mucho más ricos
que en el presente, generando crecimientos sostenibles para pagar nuestro
nivel de endeudamiento.
La economía global se encuentra en una encrucijada, con unos niveles de deuda
extremadamente elevados, bajo nivel de
productividad y considerable
vulnerabilidad financiera en la que a los bancos centrales no les queda margen de
actuación ni desde el punto de vista fiscal ni monetario.
Las dudas de la Fed para intentar normalizar
la política monetaria están más que justificadas, no es tan fácil retirar
el ponche de la fiesta, aún más cuando se genera esa sensación de sólida
recuperación imprimiendo papel y sin atisbar en el horizonte una disminución de
la deuda en el corto plazo. La renta del
americano medio está en niveles de 1989
y un 6,5% inferior a los niveles de 2007 en términos relativos y tenemos
señales evidentes de que la deuda puede saltar por los aires en cualquier
momento, los préstamos subprime para la
compra de coches han sido el doble
que los de mayor calidad (“prime”) desde 2010 y los préstamos de valores se encuentran en máximos históricos.
El futuro nos
depara un contexto en el que debemos de convivir con altos niveles de
endeudamiento. El objetivo de este post es enunciar algunas de las medidas que
bajo mi punto de vista pueden ayudarnos a superar el gran problema de deuda en
el que tendrá consecuencias en términos de menor crecimiento, mayor
vulnerabilidad económica y por tanto la capacidad de respuesta para afrontar
las futuras crisis.
Es verdad que en
función de la región o país en cuestión debemos adoptar medidas diferentes pero
me gustaría enumerar alguna de ellas que serían aplicables en cualquier ámbito.
Desde el punto
de vista del mercado hipotecario,
hacer contratos flexibles en los que
en función del ciclo pagas más o
menos en función del valor de tu casa o estableciendo contingencias como
pérdida de trabajo, enfermedad, etc.. . Del mismo modo, instaurar la dación en pago, lo contrario supone un
freno a una posible recuperación.
Por el lado de
los impuestos, se debería de poner freno el incentivo de endeudarse
debido a la deducibilidad de los intereses en el caso de las hipotecas y de las empresas privadas. El segundo
caso debería llevar aparejado revisiones
a la baja en el impuesto de sociedades.
Las autoridades
deberían considerar muy en serio diversificar
las fuentes de financiación, promover mercados
de capitales más eficientes y profundos sobretodo en los mercados
emergentes y crear un clima favorable en la
creación de intermediarios no bancarios como posibles financiadores del
crecimiento futuro.
Otro de los
puntos más conflictivos en este asunto es la deuda soberana. Deberíamos de reforzar
los órganos de resolución y supervisión an aras de proteger a los
contribuyentes. Las quitas de los tenedores de deuda por parte del sector
privado serán irremediables. Los organismos públicos y multilaterales ( bancos
centrales y FMI) deberán de refinanciar
las condiciones con muchos países como por ejemplo asumiendo esa deuda como perpetua favoreciendo la sostenibilidad de
la deuda.
Javier Flórez
Twitter:@FlorezJav